Annette lanza un gran suspiro. Si Álex canta, está salvada, sobre todo si canta Bartali, de Paolo Conte. Es un síntoma preclaro de que el dueño ya se ha olvidado del desorden de la cocina. El lavavajillas tiene el honor de hacer de orquesta de la voz del cocinero, que expresa con la canción del italiano su más profunda satisfacción.
Sal de Vainilla
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